Cuando el filósofo palestino Edward Said y el músico argentino-israelí Daniel Barenboim concibieron el West-Eastern Divan, pudieron pensar que sería bonito intentarlo al menos una vez. Juntar músicos israelíes y palestinos para demostrar lo que pueden hacer juntos y no les dejan: convivir. La música como instrumento para romper barreras, tender puentes y crear una convivencia pacífica entre culturas tradicionalmente enfrentadas. Es una pena que Said muriera en 2003. Hoy estaría orgulloso de lo que su amigo Barenboim y su viuda Mariam han conseguido: una orquesta de altura y unos chicos que ya no se miran unos a otros como una amenaza.
"La idea de Edward era romper barreras. Fomentar el conocimiento mutuo. Coexistir, aprender a vivir unos con otros. Creía que no debía ser un proyecto que tuviera que ver con los gobiernos en conflicto, ni siquiera con el proceso de paz. Era algo humanístico, educativo".