Viven a 20 minutos de distancia entre sí, pero no sólo hablan distintos idiomas: en la mayoría de los casos, también se consideran enemigos. Habitan mundos radicalmente diferentes, prácticamente incomunicados, y son conscientes de la situación. Son siete chicos, cuatro israelíes y tres palestinos, entre 9 y 13 años. Todos son víctimas, no sólo de una situación de guerra cotidiana sino también de la violencia atávica y de los prejuicios con que han sido inculcados desde que nacieron. Varios de ellos, además, tienen la experiencia de haber padecido la muerte violenta de algún amigo o familiar directo, en un atentado terrorista palestino o bajo la metralla indiscriminada del ejército israelí. El mérito de Promesas, un documental realizado por tres cineastas noveles de orígenes muy diversos –B. Z. Goldberg es estadounidense/israelí, Carlos Bolado, mexicano, y Justine Shapiro proviene de Sudáfrica,– es haber sabido mirar hacia una realidad que está allí, al alcance de todos, pero que es permanentemente olvidada por la cobertura de los medios: la de los chicos de la guerra, con la única intención de «humanizar a los enemigos».
Promises ( 2001)de Carlos Bolado, Justine Shapiro, B.Z. Goldberg.