El amor, el deseo, la pasión, el abrazo que les une es tan inmemorial y antiguo como la propia piedra...
Si la pasión puede provocar la locura, ésta persiguió a Rodin desde que Camille se presentó en su taller...
Aquel primer encuentro en el taller, rodeada de figuras a medio terminar, el polvo flotando en el aire, vestida con el amplio jubón que utilizaba para esculpir, fue impactante para el ya maduro artista de ojos miopes...Camille le deslumbró...Descubrió en ella una alma gemela, alguien que como él vivía por y para los perfiles, que liberaba las figuras y las dotaba de movimiento y emoción...
"No puedo pasar otro día sin verte...toda mi alma te pertenece..."
Auguste Rodin