lunes, 18 de enero de 2010

Arquitectura y sensaciones


" El mundo está demasiado lleno de información y este es un lugar sin información. Eso es lo que quería... Primo Levi plantea una idea similar en su libro sobre Auschwitz. En él afirma que los prisioneros ya no estaban vivos pero tampoco estaban muertos. Antes bien, parecían descender a un infierno personal. Súbitamente, recordé aquel pasaje al ver aquellas cabezas desaparecer en el monumento."
Peter Eisenman
Un “mar” de cemento en el cual no existe una entrada principal, y tampoco un punto de salida o de llegada. Desde una cierta distancia, el sitio parece oscuro y denso, como una gran masa. Al comenzar a caminar en el interior, los bloques de cemento se vuelven más imponentes, vistos desde diferentes ángulos, y comienza a perderse el ruido de la calle. El interior es irregular, con el terreno en pendiente, intentando recordar la desorientación de las víctimas del Holocausto.
Todos los elementos en esta composición están ordenados y geométricamente predispuestos. Al mismo tiempo, el cemento, su color y la asepticidad de la materia crean un sentimiento de vacío. Se debe pasear por los estrechos callejones que dejan las columnas, sobre una superficie ondeada, pero el recorrido mismo tampoco tiene una senda establecida: se trata de errar por dentro del extraño paraje en la dirección que se quiera.
La sensación es de desolación, de extravío, de amenaza, como si se estuviera en un espeso y oscuro bosque y no se supiera que aparecerá a la vuelta de cada árbol.
No hay placa, inscripción ni estatuas que sugieran a la gente que debe pensar o sentir.
Monumento al Holocausto. Berlín.